Además de ser un excelente médico neumonólogo, era amante del arte en sus múltiples formas de expresión, tenía la sensibilidad para disfrutar de una buena música, de una pintura, de la danza, del teatro… ávido de conocimientos, inteligente, culto.
En todo lo que participaba descollaba, brillaba, porque era sumamente exigente y esforzado y no soportaba la mediocridad. Siempre me admiré de algo que podría considerarse contradictorio con su nivel de exigencia, – y que sin embargo no lo era- y eso que me causaba admiración en su labor de Director de una obra de Teatro o de una danza, era su apertura inclusiva a todos, su paciencia infinita, su disposición a sacar de todos lo mejor. No tenía prejuicios, él incluía, y lograba con su carisma nato, sacar lo mejor de las personas con quienes trabajaba. Fueran personas con experiencia –por ejemplo- en la danza, o fuera una ama de casa ya adulta que quisiera ir al Espacio Cultural a aprender o jóvenes con capacidades diferentes, TODOS participaban de las danzas que él armaba, dirigía y enseñaba, y luego cuando llegaba el momento de las muestras o puestas en escena, no veíamos un rejunte de gente diferente, con diferentes cuerpos, aprendizajes previos u otras capacidades, NO, solo veíamos la maravillosa armonía de su obra que hacía estallar un aplauso cerrado…
Ese era Jorge.
Yo que tanto lo quise y me sentí querida por él, en momentos le tenía terror mientras hacíamos teatro, porque tenía un carácter tremendo, y a veces rugía como un león furioso…pero no se enojaba porque algo no nos saliera, le ponía furioso la impuntualidad o la falta de compromiso o de estudio de las letras…o la falta de responsabilidad, en cambio si algo no nos salía, si no lográbamos captar o expresar al personaje, él tenía mil formas de hacernos comprender, de hacernos ver, de enseñarnos…y si luego de esas mil formas, aún no salía como debía: él encontraba otras mil maneras…y otras… y otras… no se daba por vencido, no se rendía, no descartaba personas, sino que lograba –pareciera- hacer hablar y sentir y brillar a las piedras…
Si bien siempre tenía claro lo que quería, sabía escuchar sugerencias y hacer cambios si era necesario, porque era abierto y lo que pretendía no era imponerse, sino que todo saliera perfecto.
Dejó mucho en la comunidad, sus obras de Teatro impecables, sus danzas, sus participaciones en las Fiestas Patrias, su participación en Sur Vivo, su colaboración en el Coro de la Parroquia en las Navidades con su voz maravillosa…y tantas más…cómo lo vamos a extrañar!
Con Yiyi con quien tanto compartieron y se quisieron, recordábamos hace unos días la “Cueva de la Salamanca”, un espectáculo digno de ser presentado en las mejores Salas del país, porque él no dejaba NADA librado al azar, estudiaba las tradiciones, la historia, y estaba pendiente de todo, de las coreografías, los vestuarios, la música, todo hasta en los más ínfimos detalles……
Magalí Di Croce
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