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Atención en psiquiatría infanto-juvenil

En el mes de octubre, el Hospital Municipal de San Cayetano incorporó una nueva especialista dentro del Servicio de Salud Mental. Elizabeth Bianchi, psiquiatra infanto-juvenil, se sumó para suplir una gran necesidad dentro de esta franja etaria; en este sentido, Martín Hauri, Director del nosocomio local, destacó que “vino a solucionar un problema grave y a apuntalar el buen trabajo dentro de esta área”. Por su parte, Bianchi manifestó su conformidad con la labor y señaló que encontró “una gran cantidad de demanda que me sorprendió”. 

En la actualidad, la vulnerabilidad en los más chicos se ha hecho más visible a través de distintos factores, entre ellos, la información provista por los medios de comunicación. Sin embargo, la psiquiatra sostuvo que “la infancia siempre fue un período vulnerable porque cualquier trauma en esa etapa deja una huella para toda la vida”. Asimismo, en ciertas ocasiones, la atención suele prolongarse hasta pasados los quince años, edad estrictamente aceptada para atender a infanto-juveniles; pero muchas veces, la edad depende de casos más específicos como retrasos mentales o autismos. 

La psiquiatría infanto-juvenil se diferencia de la de adultos por sus patologías. El Síndrome de Hiperactividad y Desatención es ‘la gran vedette’ de esta disciplina. Ésta se caracteriza en “chicos inquietos, revoltosos dentro del aula, molestos con sus pares, que llaman la atención y no terminan las tareas, entre los aspectos más frecuentes”, explicó la especialista. A su vez, los Trastornos de Ansiedad engrosan la lista de las patologías de mayores consultas como también los suicidios y cuadros de depresión. 

En esta línea, Bianchi sostuvo que la depresión “en estas edades es muy común, antes pasaba desapercibida”. La misma depende de la edad y la etapa que esté viviendo: escolar, adolescencia, secundaria. En general, suele ser hereditaria y ese gen familiar se despierta ante factores externos. Un caso frecuente es la mudanza ya que constituye “un ‘estresor’ importante porque el niño cambia de escuela, amigos y barrio, y lo demuestra a través de manifestación conductuales, baja su rendimiento escolar, humor irritable y peleas con hermanos”. 

Normalmente, los padres no suelen aceptar o expresan cierto rechazo ante los tratamientos propuestos. Ellos “son siempre farmacológicos y varía según el cuadro”, explicó Bianchi. Por ello, ante la medicación con un antidepresivo, se debe hacer hincapié en que “si sus hijos tienen un problema, lo más importante es que estén despiertos conectados con su entorno y no dormidos o sedados”. 

Por Licenciada Mariángeles Massa
Staff periodístico Caynet



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