PARTE I
San Cayetano nos sigue asombrando… Hoy habita el silencio hasta después de las 10 de la mañana en el centro. Alrededor de las 11 pareciera cobrar vida. Largas guirnaldas de autos estacionados prometen una sociabilidad festiva. Sin embargo, los negocios se ven casi desiertos. No se ve gente caminando. Tampoco gente reunida en alguna esquina conversando ¿Dónde está el resto de los mortales?, me pregunto, mientras busco un hueco para enlazarme a esa guirnalda de vehículos solitarios.
De tarde, el panorama es similar. Y no tiene que ver con las estaciones del año.
Sin duda, todos nos damos cuenta de que las prácticas sociales habituales han cambiado nuestro pequeño mundo desde hace ya varios años.
Pero todo se transforma cuando hay espectáculos. Parece como si algo estallara repentinamente. El mundo entero se congrega para asistir a eso que viene. De pronto cobra vida la gran colmena pueblerina. Con gran expectativa cargada de diversas voces aparecen hombres, mujeres, adolescentes y jóvenes, niños y niñas, bebés en carrito, mascotas de diversas razas. Todos sueltos, hablando muy alto. Se escuchan risas disparadas sin apremio. Se ven rostros serios. Gente que ya no parece conocerse entre sí. O me parece a mí, porque soy yo quien no conoce. Masivos celulares. Muchas fotos. Muchas poses para celulares. Mucha imagen en los celulares para las redes. Son los tiempos que tocan, mientras siguen las expectativas. Porque hay expectativas. Y van creciendo en la medida que pasan los minutos de la hora indicada. Si es de noche, se apagan las luces… Y la magia comienza sobre todo si se trata de una obra de teatro.
Muchas cosas se mueven cuando se pone en escena una obra de teatro. Muchas cosas se ponen en juego en una representación. Hay actores que encarnan personajes. Esos personajes salen de un guión formal o más improvisado pero guión al fin con cierta organización más o menos estructurada; un mensaje que se quiere transmitir a alguien: el público en este caso, que también aportará lo suyo. Algo, sin duda, se moverá en su interior, a favor o en contra de lo que vio, impactado, perplejo, alegre, interpelado, desafiado… Pero nunca indiferente. Algo tendrá para decir.
Por eso se dice que la comunicación que se plantea con una obra de teatro es compleja, multidireccional, diversa. Hay un primer proceso de lectura-observación, una base para crear. Todo lo demás viene después. Se necesita que alguien abra el juego, que lo habilite, que coordine, que estimule. Y después agregar lo que hay que agregar: ejercicios para soltar el cuerpo y aprender a usar la voz, por ejemplo. Motivar lo suficiente para que quien se embarca en la aventura suelte y dé forma a personajes variados, disímiles entre sí muchas veces. Y aquí aparece otra parte del desafío. Luego vendrá todo lo demás que se requiere: espacio apropiado para la puesta en escena, vestuario, peinado, maquillaje, decorado, recursos técnicos (iluminación, musicalización, sonidos que imitan ciertos ruidos…). Muchos detalles que giran, se entrecruzan y se enroscan en la complejidad de un delicado tejido. Aquí no cabe la improvisación.
En todo esto y para todo esto se fueron preparando Marianela Moyano y William Rasmussen. Unidos por esa magia que genera el teatro, hoy son inseparables. Se consideran hermanos. Filiación compartida, en ida y vuelta, como en el teatro. Aunque asumiéndola sin ficciones, desde la autenticidad envuelta por el afecto genuino, la admiración mutua y una misma pasión por lo que hacen.
Cuando se los ve en acción son otros. No son los mismos con los que podemos charlar con mate de por medio. Disfrutan al unísono, se potencian mutuamente, ríen a carcajadas, dando rienda suelta al humor rápido, inteligente que les brota de manera espontánea.
PARTE II
Marianela me cuenta que se constituyeron “como grupo de teatro independiente en febrero de 2018 con el objetivo de formarnos en artes escénicas, promover y expandir la teatralidad en San Cayetano y generar teatro en diversos lenguajes y espacios no convencionales.”
A fuerza de incursionar en el teatro encontró aliados disímiles, aunque unidos por ese flash energético que implica crear, sacando personajes de adentro, vistiéndolos de ropajes insólitos. Así, junto a William Rasmussen, Lucrecia Otero (Kuky Moris), Rocío Moyano y Fanny Martínez conjugaron la potencia de sus propios lazos creativos y terminaron fusionándose en “Al tacho-” (para armar) “bardo teatral.” Y el ruido se escuchó en todo el pueblo en el mes de noviembre pasado con TeatrON.
“A través de la autogestión producimos nuestros propios espectáculos, adquirimos saberes y herramientas en talleres y seminarios de: actuación, improvisación, clown, dirección y dramaturgia”, dice Marianela. Siempre puede generar admiración y efecto contagioso cuando vemos pasión puesta en marcha. Acciones concretas que impiden que los sueños se precipiten al vacío. Aquí no cabe la improvisación.
“Realizamos nuestra primera presentación/producción teatral en diciembre de 2018, una varieté junto a una banda de música, gracias a la cual adquirimos equipamiento propio de luces.” La varieté es un espectáculo teatral ligero nacido en Francia en el siglo XVIII, que incluye una serie de números independientes, separados por apagones, donde se alternan diversos tipos de actuaciones. En este caso, “en 2018 se incluyeron escenas creadas grupalmente: microescenas”, actuaciones breves. Algunas fueron “solos dramáticos”, monólogos. “Entre las escenas, hubo música: una banda local, ‘El trío del General’, realizó su primera presentación en vivo’, refiere Marianela.
Es una ardua tarea hacer teatro sin recursos materiales, sin espacio propio pero con objetivos claros e ilusiones intactas. “Al no tener sede/sala propia para reunirnos, formarnos y mostrar lo que hacemos, buscamos alianzas con instituciones de la localidad: la Iglesia y Centro Cultural Danés y el Sindicato de Luz y Fuerza”(…) “En 2022 gestionamos, a través del Ministerio de Cultura de la Nación, un taller de clown de frecuencia quincenal, de abril a noviembre de ese año, abierto a la comunidad, el cual culminó también con una varieté.”
Como en tantos propósitos que nos fijamos en la vida, se trata casi siempre de indagar para buscar un resquicio por donde entrar y dar cauce. Una búsqueda incesante sin claudicar. Intentarlo hasta dar con lo que necesitamos. Y un “Abrete sésamo” solitario muchas veces tiene
lugar. Y la puerta se abre, se aprovecha, se disfruta lo que ocurre al trasponerla. Se comparte con quienes están dispuestos. Y se ofrece esa experiencia a quienes ansían disfrutar el descubrimiento de una nueva creación. Aquí no cabe la improvisación.
“Seguimos haciendo teatro, apostando a que nuevas generaciones descubran y vivan el hecho teatral y su magia. En ellos y ellas hay teatro y hay futuro”, sostiene Marianela con firme convicción.
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