Hice la Primaria en Escuelas Rurales.
Mi comienzo fue en 1962 en la Escuela Rural Número 9 del Paraje Vanoli.
Mi primer día estaba con ansiedad, miedo y vergüenza. No fui al Jardín de Infantes, en el campo, en esa época, no existía.
La Escuela era de madera, muy pequeña, dividida en dos aulas, tres grados en una y cuatro en otra.
El primer día había una sola maestra, Haydee Di Nardo, recuerdo cuando ese día me dijo : “Toma el lápiz” y yo lo tomé con la mano izquierda… enseguida me corrigió: en esa época era “prohibido” ser “zurdo”, ese día aprendí la letra “A” y el número “1”.
A la semana llegó mi maestra de Primero Inferior -como se llamaba antes al primer año- Teresa Scabone, recuerdo que era muy gritona.
Después de vacaciones de invierno, ya estábamos en un nuevo edificio, con amplios salones y una galería pre fabricada.
En Primero Superior y Segundo la maestra era René Burmann (más buena que el Quaker…)…dejaba pasar nuestras mentiras cuando no habíamos hecho los deberes…
Siempre volvíamos con los guardapolvos verdes de pasto…
En Tercer Grado también una muy buena maestra: María Concepción Mingarro de Mauco, muy querida maestra, tanto por alumnos como por los padres, cuando hacíamos algo mal nunca un reto…más bien un sermón… En ese tiempo las maestras no iban de pantalón, pero los días en que había mucho barro, la señora de Mauco, llegaba de pantalón, iba al excusado y al instante aparecía de pollera…
En Cuarto y Quinto volvió Haydee, era brava, pero explicaba muy bien, tanto que casi no teníamos necesidad de estudiar, solo recordar lo que nos había enseñado el día anterior. Su arma letal era dejarnos sin recreo, era el peor castigo, porque en el recreo largo no queríamos perder el momento con nuestros compañeros para jugar y socializar…
En esos años íbamos con mis hermanos en Sulky, al principio los tres, luego en Segundo y Tercero quedamos dos en la Escuela y fuimos en Sulky hasta que un día lo volcamos y empezamos a ir a caballo.
A los 12 años papá me enseñó a ordeñar.
El último año que fui a la Escuela Número 9 de Vanoli, iba también un hijo de Riopedre -él era encargado en la Estancia La Gama- y ellos me dijeron que pasaban a buscarme en camioneta.
Luego hubo un cambio en el sistema educativo y apareció el Séptimo Grado.
Esa etapa la empecé, como pupilo, en el Colegio Argentino Danés que estaba ubicado a 20 kilómetros de la localidad de Micaela Cascallares.
Fue un gran aprendizaje ir a ese Colegio. Hoy hablo y escribo el idioma danés con fluidez.
Nos levantábamos a las 7 y la luz se apagaba a las 21.
Tanto en la Escuela Nº 9 de Paraje Vanoli, como en el Colegio Danés, puedo decir que mi escuela primaria fueron años felices que siempre guardo en el corazón.
Pedro Christiansen
